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Por Walter Celina - 31 de Julio 2015
VENTANAS MUSICALES ABIERTAS


III - WARREN INTRODUCE EL JAZZ

Los individuos sensitivos, sean hombres o mujeres, se muestran más libres de las cargas invalidantes que aportan los prejuicios.
Estos suelen pernear el mundo de la cultura y, dentro de él, algunas veces, la música queda atenazada.
Carlos Warren Mernies, el artista mercedario que abrió horizontes, cultivó el tango, se asoció con grandes instrumentistas populares, incursionó como director en música clásica y, como para demostrar que el universo tiene un azul sin barreras, fue pionero del jazz.
Puso, en efecto, en suelo oriental el primer mojón de la música negra norteamericana. No porque desconociera y no fuera capaz de rendir tributo a la propia, a la que llegara a nuestras costas con el signo de la esclavitud.
Las orquestas originales de jazz animaron danzas primitivas, imitativas de los pasos de los animales. Foxtrot, significa precisamente, “trote del zorro”. El ritmo se popularizó desde 1910. Saltó a Europa. Vino al Río de la Plata.
Carlos Warren Mernies creó la primera orquesta uruguaya del género.
El siguiente fragmento pertenece a una contribución de Erasno Silva Cabrera (AVLIS), traída a la memoria por los conservacionistas del Centro Histórico y Geográfico de Soriano (véase en estas columnas: Carlos Warren, músico de vanguardia).
Anota el periodista: “La constitución del primer conjunto de jazz tiene lugar en la residencia de los esposos De Lasala-Supervielle, en la recepción ofrecida en honor del almirante Capperton, de la escuadra norteamericana. Estaba formada por: piano, Carlos Warren; violín, Federico Lafémina; saxo, Rafael Vinci; banjo, un músico extranjero de paso por Montevideo, y batería, Julián González.” Refiere a la familiaridad adquirida en la reunión entre músicos y marinos y al “¿How are you Carlitos?” (¿Cómo estás Carlitos?) que el comandante le dirigía al director cuando pasaba ante la tarima. Al terminar el relato subraya que “la primera jazz” uruguaya estuvo conducida por “un fervoroso tanguero”.

TANGO, JAZZ, CANDOMBE

Cabe una digresión a propósito de la evolución y emparentamiento que, más allá de sus autonomías, adquieren los ritmos musicales del subtítulo.
Tuvo la vecina orilla múltiples impulsores del jazz, que a la vez, cultivaban el tango. Nombres inolvidables como René Cóspito u Oscar Alemán. Este, con el brasilero Gastón Bueno Lobo, grabaron en Madrid las caras de un 78 r.p.m. con el tango “El carrerito”, de Raúl de los Hoyos, y el foxtrot “Yo lo sé”, de Donalson. En París, Alemán integró la Melodic Jazz, orquesta al servicio de la diva Josefine Baker. Con el violinista Elvino Vardaro y Bueno Lobo grabarían para el sello Víctor una serie de tangos. En Buenos Aires, Radio Belgrano los presentaba en vivo. Bob Dylan recogió a Alemán con el Blue del Adiós.
Pero, la versatilidad era también una cualidad extraordinaria, con la que Carlos Warren deslumbraba.
He aquí algunos de los títulos que escribió para el pentagrama o redactó con inquietos autores bajo la forma de poesía ciudadana: Porque te quise, Compadrito, Marcelo, Alma de milonga, Cuesta abajo (homónimo al de Gardel-Le Pera), Qué me importa, Siga el tango, luego milongueado y candombeado como ¡Siga el baile!
Esta pieza asoció a Warren, Donato y Bastardi. Hacia el año 1945 se recompuso y se hizo un himno a la alegría, catapultado por Alberto Castillo, con conjunto de tamboriles.
Y hasta ahora se escucha en bailes de carnaval. Luce en discografías de Jaime Roos, Los auténticos decadentes, Donald y en el film Luna de Avellaneda, de Juan José Campanella.
Los versos iniciales piden:
“Siga el baile, siga el baile/ de la tierra en que nací;/ la comparsa de los negros/ al compás del tamboril./
Siga el baile, siga el baile/ con ardiente frenesí;/ un rumor de corazones/ encendió el ritmo febril.”

walter.celina@outlook.com.uy - walter.celina@adinet.com.uy